Hace ya un año que todo se fue a la mierda.
Los terremotos asolaron la superficie, devastando las
ciudades. No tardaron en llegar los tsunamis, dejando arrasadas las zonas
costeras.
Fue entonces cuando los gobiernos comenzaron a comportarse
como capullos. Los saqueos de recursos a países tercermundistas apenas paliaron
las hambrunas. Muchos países comenzaron a ver el estado policial como una
respuesta efectiva a las protestas violentas de esos “hippies” que protestaban
contra el expolio.
Poco a poco, la falta de comida y combustible volvió loca a
la gente, y las barricadas, las manifestaciones y los incendios a los edificios
públicos se convirtieron en el pan de cada día.
Pero todavía faltaba por llegar lo peor. Un día a uno de
esos locos del turbante le dio por apretar el botón rojo. Antes de que el misil
tocase el suelo, decenas de bombas atómicas cruzaban el cielo. La Guerra
Nuclear fue corta. En menos de un mes las grandes capitales habían caído.