martes, 19 de enero de 2010

Una novia especial

Me gustaba el aroma a manzana que desprendía su pelo esa noche, y la pequeña sombra que proyectaba su clavicula en la piel. Era preciosa.
Tenía los labios pintados de rojo vino y las pestañas rizadas y negras. Con cada pestañeo mi mundo se venía abajo, lo aseguro.
El cabello estaba recogido con una cinta de raso color azabache, contrastando con la blancura de su piel, dos mechones rubio platino caían en un tirabuzón sin fin.
Juro que esa noche los rayos de luna que entraban por la vidriera se esmeraron en iluminarla.

Subía el pecho blanco con cada inspiración, y yo solo quería perderme entre la tersura de su dermis, besarle el lunar que graciosamente se posaba en la curva de sus encantos.
Quería abrazarla contra mis pechos, porque aquella noche hasta esa simple puta me parecía una reina.
Y sin reparos, mis labios de mujer besaron los suyos mientras mis manos blancas acariciaban sus caderas reducidas por el corsé.

La tumbé sobre el sofá de terciopelo rojo, ella cerró los ojos y abrió su boca ligeramente para tomar aire.
No importaba ya, mi joven amante yacía acalorada por mis atenciones. Realmente ya no le importaba siquiera que goterones de sangre oscura chorrearan desde su cuello empapando su corsé de encaje.
Me encontraba pues lamiendo con deseo su alma en forma de rojas y calientes gotas , clavando mis colmillos en su pecho, justo al lado del lunar que tanto me había gustado.
Y ella seguía en éxtasis, con su tocado empolvado y sus cintas de raso, con sus tirabuzones rozandome la frente y sus uñas nacaradas agarradas sin fuerza a mis cabellos.

Poco a poco, su corazón se aceleraba y su respiración se agitaba más y más.
"¿Me amas?"._ le preguntaba entre sorbo y sorbo, con la camisa empapada._ "¿Acaso no me quieres? Apresurate entonces"

Ay, el embrujo, el amor me place, y esa mujer de alegre vida estaba a punto de convertirse en lo que yo más amaba, la transformación llegaría de un momento a otro y debía estar preparada. La tomé del talle y mordí sus labios.

Y por fin apareció tras un trago más largo de lo normal como si de un suspiro se tratase... lenta y orgullosa, mi dama preferida, mi novia...

Querida muerte, ¡como te amo!


Adios muerte, adios... hasta la próxima noche, tu amante se despide.

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