lunes, 30 de abril de 2012

Memorias de un Superviviente



Hace ya un año que todo se fue a la mierda.
Los terremotos asolaron la superficie, devastando las ciudades. No tardaron en llegar los tsunamis, dejando arrasadas las zonas costeras.

Fue entonces cuando los gobiernos comenzaron a comportarse como capullos. Los saqueos de recursos a países tercermundistas apenas paliaron las hambrunas. Muchos países comenzaron a ver el estado policial como una respuesta efectiva a las protestas violentas de esos “hippies” que protestaban contra el expolio.

Poco a poco, la falta de comida y combustible volvió loca a la gente, y las barricadas, las manifestaciones y los incendios a los edificios públicos se convirtieron en el pan de cada día.
Pero todavía faltaba por llegar lo peor. Un día a uno de esos locos del turbante le dio por apretar el botón rojo. Antes de que el misil tocase el suelo, decenas de bombas atómicas cruzaban el cielo. La Guerra Nuclear fue corta. En menos de un mes las grandes capitales habían caído.

jueves, 2 de junio de 2011

Terra


Habían llegado como una tormenta fugaz. Una lluvia de fuego, un torbellino de azufre, un rugido que les hizo caer al suelo tapándose los oídos. No pudieron reaccionar.
Los establos ardían elevando una columna de humo negro hacia el cielo, como un grito de auxilio que desgarraba el suave azul celeste del firmamento.
No los habían visto llegar. Los vigías caían de las torretas como si fueran naipes, empujados por el fuerte viento que levantaban las alas de los invasores.
Elspeth lloraba aterrada viendo como la paja ardiente que tapizaba el tejado del establo volaba por las batidas de alas de las bestias, extendiéndose a los edificios contiguos, entre ellos, su casa.
Dragones. Los bardos cantaban antiguas canciones hablando de bestias color metálico, que volaban y escupían el fuego del inframundo por las fauces. Cuentos en la posada, propiedad de su padre, que había oído a hurtadillas por la noche.
Nunca había pensado que fueran así. Eran enormes, con decenas de ojos brillantes. Se movían rápidos, con un estrepitoso aullido constante. Y había cinco, uno más grande que los demás, de color negro. El resto eran del color de la plata vieja.
La situación la superaba. Allí estaba la joven, con sus trenzas rojas despeinadas y la nariz pecosa fruncida, intentando reaccionar. Las lágrimas cubrían sus ojos verdes, cayendo a goterones por sus mejillas. No podía moverse. Temblaba de miedo, y estaba allí, delante del granero, mirando las bestias de panzas gordas que destrozaban su aldea.

martes, 19 de enero de 2010

Cuento de Invierno

Los pétalos de jazmín caían sobre el lago mientras Edelweiss lloraba.
Sus cabellos rojos como las entrañas de una granada caían mojados sobre su espalda hasta hundirse suavemente en las aguas calmadas. Los lotos frescos besaban la piel nivea de la ninfa, las algas acariciaban sus pechos desnudos y el viento cálido comenzó a susurrar su nombre...
"Edelweiss, Edelweiss...."
Ay, ¿qué tristeza corrompía su felicidad faérica?
Edelweiss, flor de invierno marchitandose en primavera, pues no había escarcha en sus labios pálidos ni perlas de nieve en sus pestañas; la Reina nacida en lagos de cristal había perdido gota a gota su corona de hielo en un manar de lágrimas frias que se habían escurrido por su frente hasta fundirse con el agua.

-Edelweiss, dama glaciar, ¿por qué no estás durmiendo en primavera?_ susurró Zephyrus, viento del sur en su oido.

Y alzando la voz entonó una melodía tan triste que congelaba el alma de quien la oía.

-Danzaba sobre las aguas congeladas de mi reino cuando oí una canción que provenía del bosque. Curiosa, me adentré entre los árboles dormidos abrazando su corteza llena de nieve. Me observé en cada carambano de hielo y bailé con mi reflejo, siempre al ritmo de las alegres notas...hasta que lo encontré. Estaba sentado sobre una rama tocando una flauta siringa. Los ojos le brillaron al verme...
"-¿Qué te trae por aquí, ninfa hermosa?"
"-Fue tu melodía. Me llamaste"
"-Te llamé para contemplar con mis propios ojos si era cierta la leyenda... y parece ser, ya que tu belleza es tan pura que me has helado el corazón. Baila para mi, princesa de las Nieves."
... yo bailé durante el día y su noche, y aún vi otro amanecer mientras el Dios de los faunos tocaba su melodía y marcaba el ritmo con sus pezuñas. Y mientras la luna de la segunda jornada lamía mis hombros con sus rayos pálidos, él me tomó del talle y me besó"

-¡Ay, pobre de tí Edelweiss, ninfa de los inviernos! ¿Qué pasó entonces?

Edelweiss ahuecó entonces las manos y las colocó junto a sus orejas intentando captar un sonido lejano.

-Escucha Espíritu del Viento, ¿qué oyes?

-Oigo un susurro lejano de pies danzantes, mas noto la vibración de una flauta en la profundidad del bosque en cada parte de mi ser.

-Acompañame entonces.

Así lo hizo el anemoi, y la ninfa era frágil y quebradiza.

Caminaron sobre la hierba verde y entre las ramas floridas del naranjo y el limonero. Edelweiss lloraba por cada rastro de liquen muerto y besaba el seco musgo invernal de las cortezas.
Llegaron a un claro donde las viñas habían trepado por los árboles descolgandose y tapiandolos con hojas grandes y verdes.

Allí estaba el cortejo de Dionisio bebiendo vino rojo y comiendo todo tipo de manjares.
Sobre una roca el fauno Pan tocaba la flauta mientras Perséfone, la de blancos brazos y en el futuro novia de Hades tejía una corona de flores a su lado.

La música cesó.

-Edelweiss, Reina de los Glaciares, ¿qué haces en mi aquelarre de primavera? ¿Por qué no reposas entre las nieves del Parnaso hasta que las plantas se marchiten y mueran?

-Pan, sirviente de Dionisio, no vengo más que buscando la tersura de tus labios.

-Ay, ninfa trastornada, ¡vuelve a tu hogar! Ahora son los brazos de Perséfone quienes me abrazan por la noche. Duerme, duerme. No hay lugar en mi corazón para tí en esta estación.

Tras estas palabras un viento huracanado comenzó a soplar entre las hojas. Edelweiss moría con el corazón roto entre los brazos etéreos de Zephyrus mientras los alaridos de tristeza del anemoi barrían los últimos trazos del invierno trayendo consigo la primavera.

Y así, en cada estación surge la pasión entre una ninfa y un fauno, y es el llanto del anemoi quien despierta a una nueva amante.
Así ha sido por lo largo de los siglos y siempre seguirá siendolo.



Edito para incluir el comentario con el que me ha agraciado Magnus Volovan. Gracias por leerme y por escribir cosas tan bonitas como estas. Todo lo que viene a continuación ha salido de su puño.


Oh! dulce Edelweiss,
no olvides tu manto,
cuando se aleje el invierno,
y te vayas al Parnaso.

Ser Inmortal de las nieves,
busca allí donde Apolo,
y reclama en el este,
a tu viejo aliado,
viento indeciso y errante,
aquel ausente de pasiones,
como el hielo quebradizo,
de tus amores.

Musas del eterno redescubrimiento,
mostrarle la solución a su lamento,
ya basta de carámbanos y heladas,
es hora de la triple jugada.

Encomendada a Paralda,
caudillo de los susurrantes Silfos,
se te indicará el camino,
allí donde los ancianos robles dan el sagrado cobijo,
la fuente amatista de eterno fluir será también tu aliada,
baila, baila, baila,
dulce ninfa congelada,
no olvides la melodía,
que por aquel fauno fue tocada,
baila, baila, baila,
lamentos la corriente se lleva
gira, gira, gira,
fluyendo por donde todo empieza,
eternamente efímera,
apenas perpetua,
aprovecha el cambio,
por siempre renovación,
estación tras estación,
pudiéndo ser la próxima ,
en la que el fauno te evoque,
para que por su amor seas embriagada,
y en sus brazos te arrope,
del frío invierno que ahora te sobrecoge.

Visitas y Sueños

Invierno frio, cruel,
noches de bruma ensoñadora,
retazos de cuerpos marchitos.
Regalos ardiendo en la chimenea,
jeringuillas y porquería en la alacena...
Un cuadro roto en la estantería,
colillas rancias en el cenicero de cristal.
Y tu, nene, no estás.
Me roe el tiempo y la desidia,
los cuerpos de ratas secas se amontonan alrededor del esqueleto de mi mecedora.
Enciendo un cigarrillo y miro con miedo el fuego,
dejando que se consuma, llenando mi piel acartonada
de aroma a nicotina.
Estoy más muerto que nunca.
El pelo rubio de una momia descansa a mi lado, mis cabellos (los que quedan) apenas son mechones cenicientos.
Las polillas vuelan a mi alrededor alimentandose de mis ropajes y de jirones de piel... ah... no importaba. Solo el sol podría roerme los huesos a esta altura.

Y apareces tú, como en una ensoñación. Debo de estar alucinando de nuevo.
Ay, ojalá pudiese arrancarme los oidos para dejar de oir los gritos de esa niña.
Ay, ojalá fueses real.
Mi Louis... mi eterno amor...
Pero, ¿realmente ha sido un sueño? Parecías tan real, mi conversación fue tan nítida. Tu aroma a sangre envejeciendo en tu pellejo parecía de verdad.

Estoy cansado. Escarbo en la tierra del cementerio, quiero dormir. Hasta pronto, Nueva Orleans, el sonido de un viejo violín aún resuena en mis pensamientos, como el espectro de una novia difunta.
Nos veremos dentro de unos años.



Lestat, oh, ¡Lestat! Un relato dedicado al principe de los Vampiros.
Y a tí también, niño, recuerdo difuminado de hombre... ¿por qué sigues ahí cuando yo ya he muerto?

Una novia especial

Me gustaba el aroma a manzana que desprendía su pelo esa noche, y la pequeña sombra que proyectaba su clavicula en la piel. Era preciosa.
Tenía los labios pintados de rojo vino y las pestañas rizadas y negras. Con cada pestañeo mi mundo se venía abajo, lo aseguro.
El cabello estaba recogido con una cinta de raso color azabache, contrastando con la blancura de su piel, dos mechones rubio platino caían en un tirabuzón sin fin.
Juro que esa noche los rayos de luna que entraban por la vidriera se esmeraron en iluminarla.

Subía el pecho blanco con cada inspiración, y yo solo quería perderme entre la tersura de su dermis, besarle el lunar que graciosamente se posaba en la curva de sus encantos.
Quería abrazarla contra mis pechos, porque aquella noche hasta esa simple puta me parecía una reina.
Y sin reparos, mis labios de mujer besaron los suyos mientras mis manos blancas acariciaban sus caderas reducidas por el corsé.

La tumbé sobre el sofá de terciopelo rojo, ella cerró los ojos y abrió su boca ligeramente para tomar aire.
No importaba ya, mi joven amante yacía acalorada por mis atenciones. Realmente ya no le importaba siquiera que goterones de sangre oscura chorrearan desde su cuello empapando su corsé de encaje.
Me encontraba pues lamiendo con deseo su alma en forma de rojas y calientes gotas , clavando mis colmillos en su pecho, justo al lado del lunar que tanto me había gustado.
Y ella seguía en éxtasis, con su tocado empolvado y sus cintas de raso, con sus tirabuzones rozandome la frente y sus uñas nacaradas agarradas sin fuerza a mis cabellos.

Poco a poco, su corazón se aceleraba y su respiración se agitaba más y más.
"¿Me amas?"._ le preguntaba entre sorbo y sorbo, con la camisa empapada._ "¿Acaso no me quieres? Apresurate entonces"

Ay, el embrujo, el amor me place, y esa mujer de alegre vida estaba a punto de convertirse en lo que yo más amaba, la transformación llegaría de un momento a otro y debía estar preparada. La tomé del talle y mordí sus labios.

Y por fin apareció tras un trago más largo de lo normal como si de un suspiro se tratase... lenta y orgullosa, mi dama preferida, mi novia...

Querida muerte, ¡como te amo!


Adios muerte, adios... hasta la próxima noche, tu amante se despide.

Nuclear

Caminé despacio sobre los frangmentos de mi casa.
Todo, todo absolutamente se había evaporado en mitad de la explosión. Solo quedaba polvo y ruinas.
Los objetos practicamente se habían desintegrado, los retratos y las cartas que me enviaron mis amantes ya no existian.
Trozos de cristales se me clavaban en los pies haciendome llorar. En la esquina de lo que había sido mi hogar se podía adivinar el esqueleto de un sillón, el mismo donde dormí y amé a mil mujeres.
El vello de mis brazos se erizaba por el frio del invierno nuclear, incluso dentro del traje especial.

Me senté y jugueteé con un resto de ladrillo que iluminaba la luna llena.
Entonces comencé a reirme.
Toda mi vida se había hecho añicos, todos mis recuerdos, todos mis amigos no eran mas que polvo radioactivo volando en un rayo de luna.
Estaba solo.

Me quité la escafandra y aspiré el aroma de la desolación.
La radiación no huele, ni duele ni se puede sentir, sin embargo percibí mentalmente el daño irreparable que alteraba la cromatina de mis células.
Me tumbé y comencé a contar las estrellas que había en el cielo por última vez.


Amores Imposibles

De amores imposibles esta lleno el mundo, y eso lo sabeis todos. Se me acaba de ocurrir este pequeño relato de un amor condenado al fracaso, y aún sabiendolo ambas partes, solo puedo decir "el corazón tiene razones que la razón no entiende", y "solo hay dos cosas infinitas en el mundo, el universo y la estupidez humana"

Aún siendo un relato de fantasía, pienso que muchos se sentirán identificados en cierto modo, pues el "carpe diem" rige este pequeño escrito. Como aclaración, son historias diferentes (es decir, no es la versión del mismo chico y la misma chica, sino que el chico es el puente entre las dos historias, aparece en ambas)

Espero que os guste :[


No me importa sucumbir a tus colmillos.

No me importa desangrarme si son tus labios los que me arrebatan la vida.

No me importa que te alimentes de mi alma.

No me importa que tú seas mi asesino.

Lo único que me importa es que llores después al tener mi cuerpo vacío entre tus brazos, que lamentes lo que hiciste en el mismo momento que el calor de mis manos se desvanezca entre la niebla de la noche, que quieras clavar un puñal en tu níveo pecho aún a sabiendas que será como llovizna sobre roca…

Y que el único recuerdo que te quede de mí sea una fría tumba de piedra cubierta por la hojarasca.

Entonces de nada servirán las flores crepitantes cubiertas por el rocío al lado de los tallos podridos de antiguos ramos, ni los besos en el mármol.

Pero ten por seguro que mis huesos huecos absorberán tus poesías si las recitas a su lado.

Y es que, muerta o no, siempre me gustaron.


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Tengo sed. Mucha sed.

Tus contoneantes caderas avanzando a mi lado son la tentación más grande que he encontrado en años. Tus cabellos ondeantes, la blancura de tu cuello… tengo sed.

Parece absurdo prolongar esta agonía, se que voy a matarte, antes o después, siempre ha pasado así. Que yo me enamore de alguien solo conlleva un efímero romance, unas notas rasgadas de violín a media noche, un baile de máscaras en la profundidad del bosque donde los líquenes vírgenes adornan los árboles. Que tú te enamores de mi solo conlleva firmar un contrato con la muerte.

Lo último que verás serán mis fríos labios sobre tus pechos, mis manos desprendiéndote de tus ropajes, siendo la luna única testigo.

Lo último que sentirás serán mis besos en la nuca, el latir de tus venas en las muñecas, mis mandíbulas apetitosas sometiendo tu vida… el último suspiro que tus pulmones arrojen al mundo será mío.

Y entonces, la soledad, el calor en mi cuerpo, la nada, tu cascarón vacío sobre las hojas del otoño, tu pelo derramándose entre los helechos y mi cuerpo muerto más humano que nunca. Recordaré tus caricias, tus palabras resonarán lejanas entre los árboles: “que importa la vida si no puedo estar entre tus brazos”

No contaba, querida, con que eras una humana, y tu raza se aferra a la vida con garras y dientes.

Amor, no sabes cuanto te ame en el momento en que clavaste esa estaca en mi carne fría, tu corazón palpitaba de una forma tan deliciosa, tu aliento sobre mi cara era tan cálido, ¡tus ojos! ¡Tus lágrimas!

¿Qué harás, ahora, amor? Soy inmortal… cuando renazca deentre mis cenizas, ¿volverás a amarme?

¡Cómo desearía que me acuchillaras de nuevo!

No obstante, temo tanto como ansío el día en que vuelva a verte, pues se, sin duda, que será el día de tu funeral.



PD: No me he basado en ninguna novela vampiril (mucho menos en "Crepus-cutre"), simplemente me encantan los vampiros y quería escribir algo sobre ese tema. No soy Anne Rice xD pero ojalá os haya gustado.